Ansiedad en época de evaluaciones.
Cuando todo se junta, y parece demasiado.
La carga académica se vuelve abrumadora.
La época de evaluaciones suele sentirse como una especie de “tormenta anunciada” que llega igual, incluso si intentaste prepararte. De un momento a otro, las fechas de entrega empiezan a acercarse, las pruebas se acumulan y los trabajos grupales parecen multiplicarse.
Lo que al inicio del semestre se veía lejano termina convirtiéndose en un calendario saturado, donde cada día tiene algo urgente. En medio de todo eso, aparece una sensación de responsabilidad que no da descanso: estudiar más, rendir mejor, no fallar. Y aunque desde afuera parezca que todos avanzan sin problema, la verdad es que muchas personas están navegando la misma presión, intentando sostenerse con lo que pueden.
La presión se acumula sin que te des cuenta.
A veces no es una sola tarea la que te agota, sino la suma de todo lo que se va acumulando en silencio.
No siempre tienes que poder con todo.
Reconocer tus límites no es rendirse, es darte permiso para respirar y recuperar estabilidad.
Tu cuerpo también habla.
El cansancio, la tensión y la desconexión son señales reales de que necesitas una pausa.
La ansiedad no siempre se ve igual.
La ansiedad se manifiesta de formas tan distintas que a veces cuesta reconocerla. En algunos aparece como una presión en el pecho o una inquietud constante que no desaparece ni cuando haces una pausa. En otros, se muestra como irritabilidad, bloqueo mental o esa sensación de estar “desconectado” aun cuando estás frente a los apuntes.
También puede volverse física: dolor de cabeza, tensión muscular, insomnio o falta de apetito. Muchas veces se confunde con flojera o falta de disciplina, pero en realidad es el resultado de un sistema nervioso sobrecargado que intenta responder a demasiadas exigencias al mismo tiempo. No es que no quieras avanzar: es que tu cuerpo está diciendo que necesita un respiro.


Recordar que no estás solo(a) ayuda más de lo que crees.
Puede parecer un detalle pequeño, pero reconocer lo que estás viviendo —decirlo, escribirlo o compartirlo— hace una diferencia real. La vida universitaria está llena de expectativas, comparaciones y silencios incómodos sobre temas que deberían ser normales de conversar, como el estrés o la ansiedad. Cuando comienzas a hablarlo con alguien de confianza, suele aparecer un alivio: descubres que no eres la única persona lidiando con esto. De hecho, la mayoría de los estudiantes experimenta niveles altos de presión emocional durante las evaluaciones, pero pocos lo expresan abiertamente porque creen que “todos pueden menos yo”.
Compartir lo que sientes no solo te libera un poco, sino que también abre espacios para recibir apoyo, acompañamiento o simplemente un momento de contención que puede cambiar tu día.
“Cuando el calendario avanza más rápido que la energía”

Tu bienestar importa más que cualquier evaluación.
En momentos de tensión es fácil olvidar algo fundamental: tu salud mental no es secundaria. Los ramos, las pruebas y las notas son parte del camino, pero no deberían definir tu valor como persona ni determinar tu autoestima.
Las evaluaciones pasan, los semestres terminan, pero tu bienestar emocional te acompaña siempre. Y aunque es normal sentir ansiedad en este tipo de periodos, también es importante entender que existen herramientas y estrategias para manejarla, pedir ayuda cuando sea necesario y crear hábitos que te permitan respirar en medio de la exigencia. Cuidarte no es perder tiempo: es sostenerte para poder continuar sin quemarte en el proceso. Tu cuerpo y tu mente están haciendo lo mejor que pueden, y reconocer eso ya es un paso importante.
