La vida universitaria hoy se mueve rápido: evaluaciones, proyectos, decisiones importantes y expectativas que a veces parecen no tener pausa. En este ritmo, cada vez más estudiantes experimentan estrés, agotamiento, ansiedad e inseguridad, muchas veces sin saber cómo gestionarlo ni con quién conversarlo.

Aunque estas emociones son parte natural del proceso, no siempre existen espacios seguros para expresarlas ni herramientas sencillas que ayuden a entender qué significan o cómo influyen en el bienestar diario. Esto deja a muchas personas enfrentando solas situaciones que podrían ser acompañadas y mejor comprendidas.